La precariedad
Hoy en día la calle se ve distinta. No se vive en ese estado de placidez que puedo recordar.
En la primavera, en las calles de Barcelona empezamos a darnos cuenta de unas dinámicas de reparto de paquetes a personas que salían en todas direcciones con ellos. Nos fuimos fijando y llegamos a conclusiones. Eran jóvenes y se les veía estresados. Mujeres y hombres. Concluimos que muchos de ellos no habían encontrado trabajos adecuados. Aquello despertó mi interés y tuve una inspiración narrativa.
Escribí tirando de la idea. Observé con otra mirada a esas personas que se desplazaban arrastrando su carga como podían, en patinete e incluso carretillas.
También vimos lugares en parques y zonas recogidas, donde tenían tiendas y carros con la chatarra que recogían de contenedores, otro sector más precario todavía.
Muchos sueños perdidos.
Más personas ante las puertas de supermercado extendiendo su mano.
Las colas del hambre. Esa es otra. Estamos en Vigo. Pasamos por un par de sitios. Cada vez más necesidades.
Días atrás. Llovía. En la cafetería una mujer con varias maletas. Ayer la volví a ver. Aquel día supuse una cosa. Ayer pensé que no tiene un techo que la cobije. Que no tiene manos para transportar su única propiedad.
Viene el frío. Hubo un informativo en la gallega, Tvg, hace un par de inviernos en que entrevistaron a la gente sobre el tema del frío y cómo le hacían frente. Un matrimonio de jubilados dijo que se iban al centro comercial para entrar en calor y no gastar en calefacción.
Hoy nosotras nos hemos recogido un rato, a tomar café y entrar en calor.
Ayer un estudio sobre el cambio climático apuntó la deriva en ese aspecto energético, porque estos fríos que vienen cada vez darán más mal, y aquí no todo el mundo podrá afrontarlo.
Casa, comida, energía, trabajo precario. Un sueldo que no llega nunca. Prestamistas y bancos. Desahucios.
Y la vivienda inalcanzable.
Ya hay quien malvive compartiendo o alquilando habitación, hoy más cara que un piso tiempo atrás.
La cesta de la compra, en lo básico cada vez más cara.
La caridad cuestionada.
Ese alcalde que quiere limpiar la imagen de su ciudad y prohíbe la distribución de lo mínimo.
Años atrás contacté con un grupo en facebook que iba por las calles repartiendo mantas y bebida caliente, y bocatas. Entonces aún vivíamos en Barcelona. Hace unos diez años.
El frío debería hacer desplegar un servicio nocturno para que ninguna persona quedara a la intemperie.
La soledad de ancianos es parte de esa precariedad. Muchos años con esa copla, pero poco se hace. Pensiones que no dan para sobrevivir y necesidades de asistencia cada vez menos cubiertas por el sistema, de asuntos sociales y sanidad.
Las residencias de ancianos parecen estar hechas para quien se las pueda pagar, o tenga un soporte familiar que a escote lo pueda costear.
A veces, la paga de la pensión oculta el paro familiar de esos hijos y nietos que vuelven al techo paternal.
Y tanto que podría desgranar.
El tema nos debería avergonzar.
Comentarios
Publicar un comentario