Nombrarme. Nombrarte. Nombrar. ¿Cómo? Si tomo la voz no me digo en género, pero tú me lo atribuyes y yo lo cargo conmigo. No hay duda. El cuerpo lo dice. Me dices. Es posible. Si pudiera pensarme sin ese atributo, si el mundo ambivalente no hubiera impuesto a mi nombre un pronombre que lo sustituye. Ya es complejo y complicado identificarse desde el sujeto del yo para que él o ella no nos baste, o no baste, o no te baste, o no diga, o no te diga.