Nombrarme. Nombrarte. Nombrar.
¿Cómo?
Si tomo la voz
no me digo en género,
pero tú me lo atribuyes
y yo lo cargo conmigo.
No hay duda.
El cuerpo lo dice.
Me dices.
Es posible.
Si pudiera pensarme
sin ese atributo,
si el mundo ambivalente
no hubiera impuesto
a mi nombre un pronombre
que lo sustituye.
Ya es complejo
y complicado
identificarse
desde el sujeto del yo
para que él o ella no nos baste,
o no baste,
o no te baste,
o no diga,
o no te diga.
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