Hablé de más. Nunca lo hubiera hecho. ¿Por qué decirlo me expuso tanto? Debí callar.
No sabía a lo que me exponía.
A partir de entonces me obsesioné. Deseé aquello que no alcancé. Viví emociones fuertes y mi cuerpo se abrió en canal. Luché. Quise pararlo. Me soñé en tus brazos. Sentí tu piel. Volví a mirarte con la vergüenza de creer, de pensar que lo sabías.
Ardí en deseos.
Sensaciones nuevas vinieron a mí.
¿Qué sabías?
¿Qué intuías?
¿Notabas mi espera?
¿Me evitabas?
Años pasan y hoy recuerdo esos días.
Hiciste bien. Si tú por mí no sentías.
Jugar con sentimientos puede dañar.
Lo superé.
Lo pasé.
Lo olvidé.
La memoria es así.
Nunca antes había sentido nada por ti.
Te consideraba amigo.
Celebraba comunicar contigo.
Dije que eras hermoso. Atractivo.
Decirlo me expuso a un sentimiento imprevisto.
Desde ese momento te busqué en silencio.
Me sentí al descubierto.
Pensé en hablarlo, pero guardé silencio.
Me lo guardé.
Herví por dentro.
No hubo nadie a quien decir que mi deseo era fuego.
Fuego en el que me quemé, aquellos días en que sentirlo me alejó de ti.
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