Que otra haga lo que otras no hacen, no es solución. Rechazar un destino de madre te afecta a ti. El engranaje sigue allí. Que lo doméstico y la atención a ese núcleo familiar sea tu carga, y te sientas responsable si un descuido se ve, no es justicia social. Es cargar un juicio previo que te asigna funciones sin pactar. En mis años de estudiante, bajo el arco de sustento familiar, supe lo que debía evitar para ganar mi libertad. No por ello fue fácil. ¿Cuando caí en la trampa? No consigo desvelar a qué se debía mi debilidad emocional. Sensible ante el beneplácito de los demás. Miradas sobre mi cuerpo. Astillas de desagrado y menosprecio. Era el sistema que me ponía en mi sitio. Aunque fuera despierta, y tuviera valor académico, volver a mi realidad, me hacía carne y producto para un entramado que tenía y tiene reglas no escritas. Roles que sitúan mi género en segundo lugar. Lo anómalo debía enderezarse. Pronto aprendí. No tan pronto, porque golpes y castigos paternos recibí. El día q
Supéralo. Nada permanece. Hoy no es ahora. Ni ayer. El cerebro va a lo suyo. Unas veces te atormenta, presionando sobre tu creencia (lo que piensas de ti), otras, sin venir a cuento, te sube la autoestima. Eso es lo que hace que estos medios se alimenten de ti. Eres comparsa. El pastel no da para tantos. Sólo un engranaje prescindible. Donde caigas, otro ocupará tu sitio. Tu lugar en el universo no es ese. Has descuidado tu viaje, y te entretienes. Ilusos e ilusas, somos una multitud efímera que se pierde en pantallas, reflejos falsos de realidad.